Los primeros rayos del Sol del Este inauguran un nuevo amanecer. Iluminan desde el horizonte azul la playa Brava de José Ignacio e impactan de lleno en las paredes y plantas del Chiringo, que por su ubicación privilegiada, recibe a los madrugadores para comenzar juntos un nuevo día. Hay quienes se acercan para zambullirse en el agua buscando refrescarse con las olas, también los que salen a ejercitarse, mientras otros prueban su suerte con la pesca o recorren las infinitas extensiones de playa pegadas al bosque.
El sol sigue su camino e invita a los visitantes a encontrar su espacio ideal en las mesas, reposeras y toldos para disfrutar de esos días tan mágicos que regala la costa este del Uruguay. Gastronomía fresca, local, rica y sana, acompañada de música original se acoplan a lo que ocurre; el vínculo personalizado genuino entre el equipo del Chiringo y los clientes que, honrando la palabra, hoy son amigas y amigos, generan sonrisas y bienestar.
La tarde juega con sus luces. El horizonte ya es un patina de colores. El cielo y el mar se combinan en celestes, naranjas y púrpuras, regalando una obra de arte para despedir el día.
Hay un instante mágico que atraviesa a todos en el que la invitación a disfrutar de un espacio descontracturado, consciente de su entorno, que representa genuinamente la identidad del pueblo pesquero que lo vio nacer, parece convertirse en sensación.
Esos pequeños momentos que luego se traducen en buenos recuerdos. El sol, alegre, se esconde entre las dunas, ansioso de amanecer nuevamente.